
La cuenta regresiva para Perú: el cumpleaños de papá y la gran partida

Peruso empujó su silla hacia atrás y la pata de madera chirrió el suelo. El cumpleaños de su padre había comenzado como muchos de sus días: con un caos silencioso que poco a poco fue aumentando. Las maletas estaban amontonadas en el pasillo como si alguien intentara levantar una barricada. Su madre corría frenéticamente entre la cocina y el comedor mientras su padre cortaba el pequeño pastel de chocolate.
"Un pedazo para ti, otro para mí y el resto para el viaje", dijo su padre con una sonrisa poco entusiasta antes de morder su pedazo.
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Peruso lo miró. "Espera, papá, también tengo algo para ti". Sacó un trozo de papel cuidadosamente doblado de su bolsillo. Decía en letras descuidadas: "Un día sin estrés en Peruso". Su padre se rió, la primera risa verdadera de la mañana.
El plan: un viaje a través de la noche
La familia se marcharía en menos de 24 horas, a una hora no reservada para los humanos. Tres de la mañana. La oscuridad pesaría mucho sobre la ciudad, como si el mundo hubiera decidido dormir unas horas más. Peruso, sin embargo, sabía que dormir no era una opción.
“Amsterdam es la primera parada”, explicó su padre mientras se metía el último bocado de pastel en la boca. “De allí vas directo a Lima. Ésta es la capital, Peruso”.
“¿Habrá queso?”, preguntó inocentemente Peruso.
Su padre frunció el ceño antes de comprender. “Esto es en los Países Bajos. No hay festival del queso en Lima, pero te prometo que allí hay algo mejor esperándote”.
Inca Cola: El oro líquido

Los familiares que los recogerían en Lima ya se habían preparado para su llegada. Además de cálidos abrazos y un auto lleno de gente, les esperaba una recompensa invaluable: Inka Cola helada.
Peruso había oído hablar de este líquido amarillo, que en el Perú casi era considerado un tesoro nacional. Era dulce, gaseoso y la mezcla perfecta de azúcar y magia; al menos así lo había descrito su padre.
"Inka Cola es lo mejor que jamás beberás", había dicho. “Olvídate de la Coca-Cola, olvídate de los refrescos. Esto es el Perú en una botella”.
“¿Y los familiares realmente traerán esto con ellos?”
"Naturalmente. Pero sé rápido. A tus tíos y tías les encanta tanto como a ti”.
las ultimas horas

El cumpleaños de su padre fue el último momento de calma antes de la tormenta. La familia se preparó para el viaje, pero para Peruso la aventura ya comenzaba.
Las maletas se volvieron más pesadas, la tensión aumentó y Peruso se preguntó si realmente podría conformarse con una sola Inca Cola. La mañana llegó rápidamente y con ella la oscuridad del aeropuerto. El mundo todavía dormiría, pero Peruso sabía que el viaje comenzaría... con un sorbo de magia helada.